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Liberación del estrés y de la ansiedad

El miedo: una emoción vital…

Cuando tenemos miedo, el cuerpo entra en estado de alerta: el corazón late más deprisa, los músculos se contraen, la respiración se acelera, aumenta el estado de alerta… Nos volvemos más capaces de reaccionar ante el peligro. Sin esta emoción vital, ya no estaríamos en este mundo.

El miedo nos permite adaptarnos mejor a nuestro entorno. Se convierte en patológico cuando dura demasiado y se produce en ausencia de un acontecimiento realmente peligroso. Esto se llama ansiedad. El miedo está vinculado a un peligro real, mientras que la ansiedad está vinculada a un peligro principalmente imaginario. Es producto de nuestra imaginación. La imaginación se trabaja en terapia.

Existen tres tipos básicos de estrategias para afrontar el miedo

  • Dependencia (intentar reasegurarse por el otro)
  • Control
  • Evitación (evitar lo que da miedo)

Estas tres estrategias sólo proporcionan un alivio temporal. A largo plazo, refuerzan el miedo.

Cuanto más tiempo dejes que el miedo te domine, más poderoso se volverá. La solución no es evitar sentir miedo, sino afrontarlo. Aunque no sea una experiencia agradable, enfrentarse al miedo suele ser más llevadero de lo que uno cree.

¿Cómo deshacerse de la ansiedad?

Se trata de trabajar en nuestra historia personal. La forma en que percibimos la realidad está relacionada con nuestras experiencias infantiles. Tendemos a repetir las situaciones que vivimos de niños.

Por ejemplo, una persona sobreprotegida de niña tenderá a ver el mundo como peligroso y a no correr ciertos riesgos. Un niño maltratado tenderá, de adulto, a ver a cualquiera que se interese por él como un maltratador en potencia. Un niño criticado, insultado o maltratado se sentirá sensible…

A lo largo de la infancia hemos desarrollado creencias sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Podemos identificar las creencias heredadas de la infancia y, mediante la psicoterapia y el trabajo personal, liberarnos de algunas de las limitaciones del pasado. Aunque nuestra imaginación puede crearnos películas catastróficas, también puede generar una representación beneficiosa de la realidad, que nos ayude a sentirnos en paz, a dar sentido a lo que vivimos y a alcanzar nuestros objetivos.

Desarrollar la confianza y la autoestima

Algunas personas se sobreestiman. Otros dudan constantemente de sí mismos, se ven feos, o faltos de inteligencia, de tal o cual habilidad, …o con un defecto insoportable…

Saber más sobre cómo me valoro me permite cambiar la forma en que me veo a mí misma. ¿En qué criterios se basa mi juicio? ¿Nivel socioeconómico, origen étnico, antecedentes familiares, nivel de educación, aspecto físico, defectos reales o supuestos, productividad…?

¿Puede cambiar mi juicio? ¿Varía en función de mis miedos? ¿Se vuelve a veces despiadado? ¿Cuál es mi relación conmigo mismo? ¿Soy mi propio matón o me cuido a mí mismo?

La forma en que me veo y me trato a mí mismo está determinada en gran medida por la forma en que me querían y me consideraban de niño. Las personas a menudo desarrollan ideas falsas sobre sí mismas, basadas en la educación, la historia familiar y los mensajes inculcados por sus padres y otras figuras de autoridad… Puedo cambiar mi perspectiva, avanzar hacia una visión más realista de mí mismo, hacia una aceptación de mis límites y de mi sensibilidad única heredada de la infancia.

Esto se hace a través de un trabajo terapéutico sobre mi autoimagen.

Liberarse de la alimentación compulsiva

Bulimia

Etimológicamente, bulimia significa “hambre de ternera” o “hambre hasta el punto de comerse una ternera entera”. La persona siente la necesidad irreprimible de llenarse de comida. La fuerza de voluntad no sirve de nada. A pesar de sus incesantes esfuerzos por controlarse, comen en exceso, incapaces de parar… Aunque la bulimia produce un alivio momentáneo, causa mucho sufrimiento: vergüenza, autodesprecio…

Estos ataques repetidos y compulsivos refuerzan un profundo sentimiento de inutilidad. Dan lugar a “comportamientos compensatorios” (maniobras de vómito, deporte, ruminación obsesiva de nuevos planes dietéticos…).

La alimentación obsesiva, los intentos de controlar la dieta, el pensamiento en todo o nada, la idealización de la delgadez y los problemas de identidad (la persona concibe su identidad sólo a través de la imagen externa) son característicos de la bulimia.

La bulimia es una afección ligada al estilo de vida occidental y a la sociedad de consumo.

Frente a la alimentación compulsiva, la fuerza de voluntad no sirve de nada. Al contrario, es contraproducente.

Hiperfagia

La hiperfagia consiste en comer más de lo que se tiene hambre. A diferencia de la bulimia, la persona no tiene “comportamientos compensatorios”. Como resultado, tiende a tener sobrepeso. La hiperfagia puede presentarse en forma de crisis como en la bulimia. O puede manifestarse picoteando o comiendo en exceso durante las comidas…

Las personas con trastornos alimentarios no reconocen el hambre ni la saciedad. No comen en función de su hambre real, sino que se dejan llevar por motivaciones emocionales o por convenciones, “porque es la hora de comer”, etc. Aprender a identificar y respetar mejor las señales de tu cuerpo (hambre y saciedad, pero también emociones y todo lo que te empuja a comer) forma parte de la terapia.

A menudo se dice que para adelgazar o liberarse de los trastornos alimentarios sólo hace falta un poco de fuerza de voluntad. Esto no es cierto. Las compulsiones existen. Son fuerzas emocionales que impulsan a una persona a realizar acciones que considera insensatas. Estas fuerzas son irreprimibles.

Las compulsiones no se curan utilizando la fuerza. Puedes liberarte de ellos realizando un trabajo emocional.

Varios estudios han demostrado que las dietas son ineficaces a largo plazo. La mayoría de las personas no consiguen estabilizar su pérdida de peso. Las dietas suelen crear o reforzar los trastornos alimentarios. El movimiento GROS (Groupe de Réflexion sur l’Obésité et le Surpoids) ha tratado muy bien esta cuestión y se refiere a la “teoría de la restricción cognitiva”. Según esta teoría, al hacer más caso al plan dietético que a las señales corporales, se acaba por no escuchar ni respetar el hambre y la saciedad. Esto conduce al TOC.

Obesidad

La obesidad es un trastorno complejo, un fenómeno social (ligado al sedentarismo de nuestras sociedades), psicológico y fisiológico. Su gestión debe ser multidisciplinar.

La cirugía bariátrica ayuda a adelgazar a muchas personas que padecen obesidad. Como explica el vídeo de la clínica de obesidad EUROBESITY, existen mecanismos fisiológicos de resistencia al adelgazamiento. Las dietas suelen ser contraproducentes. Por desgracia, las personas obesas siguen siendo juzgadas con demasiada frecuencia. A menudo se les dan soluciones simplistas (“¡Come menos y muévete más!”). Aunque las personas obesas suelen comer en exceso, también existen mecanismos fisiológicos y determinantes genéticos que deben tenerse en cuenta si se quiere perder peso y recuperar la salud.